El Abuelo de la Ciencia

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Cuando pensamos en los grandes naturalistas y sus aventuras creo que a todos se nos viene a la cabeza el viaje de Charles Darwin en el HMS Beagle. Una aventura que transcurrió durante 5 años, partiendo desde Inglaterra y dando la vuelta al mundo para recoger información científica. Esta información es la que unos años después conformaría “El Origen de las Especies”. Este libro cambió el paradigma que se tenía sobre la inmutabilidad de las especies, planteando cómo estas podían haber evolucionado a partir de otras.

Sin embargo, hoy no venimos a hablaros de Darwin y su teoría de la evolución (de eso hablaremos en otro momento). Hoy queremos presentaros a otro gran viajero que ya en el siglo XIX planteó las consecuencias climáticas de la sobreexplotación humana de los recursos naturales desde un punto de vista ecológico, y que sirvió de gran inspiración a Charles Darwin, Ernst Haeckel y a tantos otros en sus investigaciones. Hoy os presentamos a Alexander von Humboldt.

Alexander von Humboldt fue lo que hoy se conoce como polímata, es decir, el que posee conocimientos de diversas disciplinas. Y es que Humboldt fue el último gran polímata, uniendo conocimientos sobre geografía, geología, astronomía, humanidades, botánica o zoología, así como siendo una referencia para todos aquellos científicos mucho más especializados que le sucedieron. Nació en 1769 en Berlín (en lo que entonces era el Reino de Prusia) y, a través de sus viajes y observaciones, fue el primero en considerar la naturaleza en su conjunto, convirtiéndose en el padre de lo que hoy conocemos como ecología.

Más de 300 plantas, 100 animales y un sinfín de elementos geográficos, así como pueblos, condados o calles llevan su nombre (destacando la corriente de Humboldt en las costas de Chile o el conjunto de manchas lunares conocidas como el mar de Humboldt). Y, sin embargo, pese a que en su época fue el científico más popular (siendo amigo íntimo de grandes humanistas como Goethe, políticos como Thomas Jefferson, Simón Bolívar y monarcas europeos) y uno de los predecesores de la ciencia moderna, hoy en día ha caído en el olvido. Las ideas que desarrolló sobre la concepción de la naturaleza en un contexto global, gracias a su insaciable curiosidad por el mundo y sus gentes, en muchos casos, se dan por sentadas, olvidándonos completamente del hombre que las forjó.

Alexander von Humboldt en 1843. Retrato de Joseph K. Stieler (Fuente: Wikipedia).

Humboldt siempre fue una persona inquieta y con una gran devoción y talento para las Ciencias Naturales. Es por ello por lo que desde joven y gracias a sus estudios en la Escuela de Minas empezó a viajar por Europa, con las miras mucho más lejos: quería viajar alrededor del mundo y convertirse en un científico explorador, recogiendo toda la información que le fuera posible sobre cualquier disciplina científica.

En 1799, cuando apenas tenía 30 años, consiguió una autorización de Carlos IV de España que le permitiría viajar a lo que entonces eran las colonias de la Corona Española en Sudamérica (actualmente Perú, Colombia, Venezuela, Ecuador o Panamá). Este fue el principio del viaje de su vida. Un viaje de cinco años a lo largo y ancho del continente americano en el que se dedicó a cartografiar el terreno que pisaba, ascender a todos los grandes picos que estaban a su alcance, coleccionar plantas y animales, y hasta dedicarse a medir la intensidad del azul del cielo (utilizando un aparato conocido como cianómetro). A esta gran lista de logros y avances, añadió también extensos tratados sobre el funcionamiento social y político de los virreinatos, incluyendo férreas críticas a la esclavitud y su papel tanto en las colonias sudamericanas como en el recién formado EEUU.

Viaje de Humboldt desde Europa y a lo largo de Sudamérica, Centroamérica y Norteamérica (Fuente: Wikipedia).
Cianómetro utilizado para medir la intensidad del azul del cielo (Fuente: proyectoidis.org).

Sus colecciones de datos le llevaron a desarrollar la cartografía más precisa del continente americano, así como a representar las isobaras e isotermas (uniendo puntos que compartían la misma presión atmosférica o misma temperatura respectivamente), a descubrir el ecuador magnético o los cambios en la biodiversidad conforme se ganaba altitud en los grandes gigantes andinos. Esto último es lo que ahora se conoce como gradiente altitudinal de biodiversidad, describiendo distintas especies a distintas altitudes. Además, percibió la similitud de especies presentes en distintas zonas del planeta que presentaban las mismas condiciones ambientales, pese a estar alejadas unas de otras.

Mapa del volcán Chimborazo, donde señala las distintas especies que aparecen en cada rango altitudinal (Fuente: El País).

Con todos los hallazgos e información recogida en América, en 1827 publicó en París junto a Aimé Bonpland la gran obra de su expedición: “Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente”. La obra se compuso de un conjunto de 30 volúmenes donde incluyó dibujos de las cordilleras americanas, tratados de historia, atlas, ensayos políticos o tratados de geografía botánica.

Debido a la alta inestabilidad política que tuvo lugar en Europa durante el siglo XIX, a Humboldt le costó un tiempo poder volver a viajar. No fue hasta 1829 cuando el Zar Nicolás I y el gobierno ruso accedieron a darle un permiso para visitar los Urales. Humboldt buscaba pruebas en las grandes cordilleras de Eurasia que le permitiesen comprobar muchas de las afirmaciones que había realizado durante su visita a los Andes 25 años antes. El viaje lo realizó con el supuesto propósito de visitar y estudiar complejos mineros donde era posible encontrar plata y otros metales con valor monetario en ese momento, lo que le sirvió como excusa para seguir con sus investigaciones sobre magnetismo y otros depósitos minerales.

Su último gran sueño fue ir a la India y a la cordillera del Himalaya, donde, por desacuerdos políticos con la Compañía Británica de las Indias Orientales le fue imposible viajar. Sin embargo, estuvo en contacto y actuó de mecenas para muchos otros científicos que sí pudieron ir al techo del mundo, indicándoles, en muchos casos, las medidas que debían realizar y las muestras que debían recoger. Muchos de estos datos sirvieron a Humboldt para desarrollar varios volúmenes de su última gran obra.

“Cosmos” fue esa gran y última obra del genio prusiano, donde se planteaba plasmar todo el universo material, desde fenómenos celestes hasta la biología de los musgos. Pasó los últimos 25 años de su vida centrado en la redacción de “Cosmos”, formado por 5 volúmenes, publicados desde 1845 hasta 1862. El destino quiso que el último volumen de “Cosmos” se publicase a título póstumo, ya que Humboldt fallecería en mayo de 1859 a los 89 años. Ese mismo año, apenas seis meses después, Charles Darwin publicaría el que es considerado el libro que cambió la ciencia tal y como se conocía, y que hubiese sido impensable sin las ideas y aportaciones previas de Humboldt: “El Origen de las Especies”. Si consideramos a Charles Darwin o a Ernst Haeckel como padres de la ciencia moderna (y más concretamente como padres de la ecología), es necesario conocer a sus predecesores y fuentes de inspiración, y, por lo tanto, considerar a Alexander von Humboldt como el Abuelo de la Ciencia.  
 

Glosario  
Ecología: Rama de la Biología que estudia las relaciones de los diferentes seres vivos entre sí y con su entorno.
Ecuador magnético: Línea curva que discurre en las proximidades del ecuador geográfico, uniendo los punto 0 de inclinación magnética.


Para saber más

  • Si os fascinan los relatos científicos no os podéis perder “La Invención de la Naturaleza” de Andrea Wulf. Un extenso relato sobre todas las aventuras de Humboldt que le llevaron a ser uno de los más grandes científicos de la historia.