¿Quién se encuentra detrás de las células inmortales HeLa?

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¿Qué es eso de células HeLa? En investigación, se trabaja mucho con cultivos celulares en ámbitos como la ingeniería de proteínas, virología, inmunología, etc. Esto es, básicamente, crecer células en una plaquita, tal que así:

Figura 1

Las primeras células que se consiguieron cultivar en un laboratorio fueron las células conocidas como HeLa, que son un linaje de células cancerígenas. Las células cancerígenas se dividen de manera descontrolada, y podríamos considerarlas como inmortales porque las mutaciones que hacen que se dividan tanto también provocan que no envejezcan como una célula normal. Estas células HeLa revolucionaron el mundo de la investigación de la época por ser la primera línea celular inmortalizada y ha sido el linaje celular más utilizado en investigación. Pero, ¿de dónde salieron estas células?

En una choza al lado de una carretera de Virginia, EEUU, nace una pequeña niña el 1 de agosto de 1920. A esta niña la llaman Loretta Pleasant aunque, en algún momento desconocido de su vida, se cambia el nombre a Henrietta.

En 1924, Henrietta tiene 4 años y su madre fallece dando a luz a su décimo hijo. En este momento, el padre no es capaz de criar a diez hermanos huérfanos de madre y decide repartirlos entre sus familiares. A Henrietta le ha tocado criarse en casa de su abuelo junto con su primo, Day Lacks. Dentro de lo que cabe, no está tan mal la vida allí. Pero claro… el roce hace el cariño. Henrietta tiene 14 años y ya está embarazada de su primer bebé… ¡con su primo! Pasan cuatro años y se vuelven a quedar embarazados de su segundo hijo. Parece que ya están formando una familia, así que deciden casarse el 10 de Abril de 1941.

Henrietta y Day tienen una vida muy dura, pero feliz, durante sus años de matrimonio. A principios de 1950 Henrietta comienza a notar unos dolores muy extraños y preocupantes por la zona de su pelvis, pero decide aguantar, «seguro que no es tan importante». Pasa muy poco tiempo desde que comienza a tener esos dolores y se enteran de que, ¡están embarazados de su quinto hijo! «Seguro que los dolores eran cosa del embarazo». En noviembre de 1950 da a luz a su quinto hijo, pero tras el parto los dolores no cesan y empiezan a convertirse en insufribles. Un día Henrietta se da cuenta de que ha manchado de sangre la ropa interior. No puede soportar más el dolor y cree que es hora de consultarlo con un médico.

Estamos en EEUU a mediados del siglo XX, Henrietta es una mujer afroamericana y no tienen casi ni para comer. La única opción que tiene para que la atienda un médico es acudir al Hospital y Centro de Investigación Médica Johns Hopkins donde atienden a afroamericanos sin coste ninguno, aunque cabe la posibilidad de que rechacen su caso y no pueda ser atendida. Tiene suerte y, a finales de enero de 1951, la derivan al ginecólogo Dr. Howard Jones. Este examina el foco del dolor y no da crédito a lo que ve. Se encuentra una masa de células de color morado del tamaño de una moneda. No ha visto nada así en toda su carrera profesional. Además, pocos meses antes Henrietta había tenido un hijo y es muy raro que, durante el parto, ningún doctor hubiese detectado esa masa de células. ¿Habría crecido tantísimo en solo un par de meses? El doctor recoge una muestra de las células de ese tejido para examinarlas y, efectivamente, un par de días después le diagnostican carcinoma epidermoide de cuello uterino en estadio I, es decir, cáncer de útero.

Comienzan a tratar el cáncer de Henrietta con un metal radiactivo, el radio. La radiación emitida por este metal provoca mutaciones en las células. Si tiene suerte, harán que las células cancerígenas mueran por la acumulación de mutaciones dañinas. Sin embargo, si la suerte no está de su lado, estas mutaciones agravarán el tumor preexistente o dañarán células sanas, convirtiéndolas en células tumorales. Además, estos metales radiactivos provocan quemaduras graves. Una barbaridad, pero no había otra opción. De hecho, el Dr. Jones parece ver que el tumor está desapareciendo, ¡qué bien! Pero a Henrietta no le da buena espina. Cada día se encuentra peor y comienza a ver que parte de su abdomen empieza a tener un color ennegrecido. Para cuando se quieren dar cuenta, Henrietta tiene una metástasis imposible de curar y fallece ocho meses después del diagnóstico.

Lo que nadie sabía en aquel momento era que, durante todo ese proceso, se habían llevado células del tumor de Henrietta para hacer investigación con ellas porque, como no estaba pagando, no veían necesario pedir permiso. Las células de la muestra del tumor de Henrietta llegan al laboratorio del Dr. George Otto Gey donde llevaban tiempo intentando cultivar células humanas en placas Petri, es decir, fuera del cuerpo humano, sin ningún resultado positivo hasta el momento. Pusieron las células de Henrietta en una placa, con muy poca esperanza de que se pudiesen cultivar y las dejaron toda la noche. A la mañana siguiente le echaron un vistazo a las células. Pero … ¡si se habían reproducido en un solo día! Este acontecimiento fue importantísimo ya que, además de ser las primeras células que se consiguieron cultivar en un laboratorio, se dividían a gran velocidad. No había nada igual. Bautizan a estas células con el nombre HeLa por He{nrieta} La{cks}. Pero no es hasta 1970 cuando comienzan a pedir pruebas de sangre a la familia de Henrietta para confirmar la identidad de estas células, que se había mantenido en secreto durante casi 20 años.

A partir de entonces, las células HeLa han sido las más utilizadas en investigación por su altísima tasa de división. Además, han contribuido de una manera inimaginable a la investigación biomédica: en el descubrimiento de la vacuna del virus del papiloma, de la poliomielitis, tratamientos quimioterapéuticos, etc. Os presento a estas células:

Izquierda: Control de células HeLa al microscopio. Fuente: Scherer et.al. 1954. (Ver "Para saber más"). Imagen tomada en el mismo laboratorio del Dr. Gey. Centro: Imagen de células HeLa tomada y cedida por Fidel Lolo Romero. Derecha: Imagen de microscopía electrónica de dos células HeLa recién dividas. Fuente: National Instiute of Healthcare (NIH)

En general, las células cancerígenas acumulan una gran cantidad de mutaciones, que son la causa de su crecimiento descontrolado. Estas células cancerígenas son tan inestables genéticamente que llegan a duplicar cromosomas enteros, lo que significa hacer más copias de los cromosomas. Para hacernos una idea, si una célula sana contiene 46 cromosomas, ¡las células HeLa contienen hasta 90 cromosomas!

Una de las mutaciones a destacar de estas células es la activación de la proteína telomerasa. Cuando las células se dividen, el primer paso es la replicación del ADN, que es hacer una copia idéntica de este, para posteriormente dar lugar a dos células hijas. Este proceso de replicación no es perfecto y el ADN siempre pierde un fragmento en el extremo de los cromosomas, denominado telómero, lo que causa el envejecimiento celular. Finalmente, cuando estos extremos se reducen en gran medida, se activa el proceso de muerte celular. Pero… ¿qué hace la telomerasa? Esta es una enzima que se encarga de replicar específicamente los finales de los cromosomas, evitando que la célula envejezca y … ¡haciendo inmortales a las células!

Una pequeña parte de Henrietta aún sigue viva, la parte que ha ayudado a salvar millones de vidas por su contribución en grandes avances en investigación. Podría decirse que; ¡es la primera persona en alcanzar la inmortalidad!

Fotografía de Henrietta Lacks. Fuente: Silberman, S. 2010.

Glosario  
Línea Celular: Son una población de células iguales, las cuales tienen la capacidad de ser cultivadas para ser usadas en investigación.
Placa Petri: Es un recipiente redondo transparente que se usa para poner el alimento de las células y las propias células para que estas crezcan y proliferen. Es el recipiente que aparece en la primera foto del post.
Enzima: Las enzimas son proteínas con una actividad especial. Son las que facilitan y llevan a cabo la mayor parte de las reacciones que suceden dentro de las células.


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